GOBERNABILIDAD AMBIENTAL
Reflexiones desde el diálogo con la senadora Cecilia Requena para Voto Verde
En un contexto donde la crisis ambiental ya no es una amenaza futura, sino una realidad presente que golpea los cimientos de nuestra vida cotidiana, se hace urgente plantear una nueva forma de hacer política. Así lo dejó en claro la senadora Cecilia Requena en el diálogo sostenido con Danitza Guzmán para Voto Verde, un espacio que abre micrófonos a quienes se atreven a cuestionar la vieja política desde una visión integral, ambiental y ciudadana.
La entrevista partió de una afirmación contundente: ya no hay margen para el error. La política del siglo XXI, según Requena, debe ser capaz de desatar nuestra capacidad creativa e innovadora para resolver los problemas ambientales que arrastramos desde hace décadas. Esto no se logra desde el discurso fácil o el populismo verde, sino desde la acción concreta, rigurosa y basada en evidencia.
Uno de los conceptos clave que atraviesa toda la conversación es el de gobernabilidad ambiental. Para la senadora, sin una verdadera articulación entre lo técnico, lo político y lo institucional, solo se vende humo. No se trata de discursos, sino de estructuras de decisión claras, planes con objetivos precisos, y, sobre todo, de voluntad para ejecutar. “Se necesita gobernabilidad para que las acciones ambientales sean posibles”, afirma Requena. Y es que sin esa base, incluso la mejor propuesta ambiental queda atrapada en el limbo de las buenas intenciones.
Durante el diálogo, también se abordó el concepto de vulnerabilidad post contaminación y post incendio, una etapa crítica que suele ser invisibilizada. Requena destacó que, tras un incendio, por ejemplo, se puede perder hasta un 2,5% del agua disponible por hectárea, lo cual es devastador considerando que nuestras reservas hídricas ya son limitadas. “Esto tiene repercusiones de años”, señala, evidenciando la urgencia de repensar las políticas productivas desde un enfoque ecosistémico y resiliente.

Requena insiste en que hay oportunidades reales para cambiar. Mencionó, por ejemplo, que el precio de la soya orgánica puede ser hasta un 30% mayor que el de la soya convencional. ¿Por qué no apostar por mercados de valor agregado y bajo impacto ambiental?
El reto, como ella misma lo reconoce, no está solo en los diagnósticos, sino en la síntesis política del qué y el cómo. No basta decir que se tiene una ley o un plan. Es necesario explicarlo con claridad: ¿Qué se quiere hacer? ¿Cómo se va a implementar? ¿Qué actores deben estar involucrados? Sin esa claridad, los mensajes políticos quedan incompletos y desconectados de la ciudadanía.
En este marco, Requena subraya la importancia de generar consensos entre la sociedad civil, el poder legislativo, el ejecutivo, el judicial y el sector empresarial. “Nosotros, en el legislativo, sin la red de la sociedad civil no somos nada”, sentencia. La gobernabilidad ambiental, entonces, no se construye en soledad. Es una tarea compartida, que necesita redes vivas, informadas y comprometidas.
La entrevista cerró con una reflexión compartida: es hora de que la política ambiental deje de ser la cenicienta de los debates electorales. En tiempos donde la crisis climática se entrelaza con lo económico, lo social y lo ético, asumir un rol activo desde cualquier trinchera es una urgencia moral y política.
Y como lo dijo Danitza al final del diálogo, esto es solo el inicio. La agenda ambiental no se agota en una entrevista, ni en una campaña electoral. Se construye con voces diversas, con diálogo, con escucha, y sobre todo con acciones que estén a la altura del desafío.
Bajo mi sombrero verde