BASURA EN BOLIVIA: UNA CRISIS AMBIENTAL Y SANITARIA QUE EXIGE SOLUCIONES URGENTES
De acuerdo con información publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), basada en datos recopilados por las entidades municipales de aseo de las capitales de departamento, durante el año 2023 se recolectaron un total de 1.659.461 toneladas de residuos sólidos en Bolivia. Santa Cruz concentró el mayor volumen, con un 36 % del total nacional, seguida por El Alto (17 %) y La Paz (13 %). Las demás ciudades aportaron el porcentaje restante, destacando que localidades como Trinidad y Cobija solo representaron un 3 % conjunto del total (El Diario, 2023). En cuanto al origen de estos residuos, se estima que el 85 % corresponde a basura domiciliaria, el 10 % proviene de los mercados, el 1 % de espacios públicos, un 3 % de fuentes diversas como industrias y mataderos, y apenas el 0,43 % de centros hospitalarios. Esta distribución refleja que los principales focos generadores se concentran en los hogares y actividades comerciales de alto tránsito (El Diario, 2023).
La problemática se intensifica en las ciudades más pobladas como Santa Cruz, La Paz, El Alto y Cochabamba, donde la expansión urbana descontrolada y la falta de planificación han sobrecargado los servicios de recolección y disposición final de residuos. En estas urbes, los sistemas existentes operan al límite, con serias dificultades para atender la demanda creciente y evitar impactos ambientales y sanitarios.

Ciudades en crisis
- Cochabamba: Tras el cierre del botadero de K’ara K’ara donde se disponían entre 500 y 600 toneladas diarias de basura, los residuos comenzaron a acumularse en mercados, vías públicas y canales, generando riesgos sanitarios y sociales. El conflicto con comunidades cercanas por los impactos ambientales del botadero, sumado a la falta de una alternativa planificada, demuestra la fragilidad del sistema (Los Tiempos, 2025).
- Santa Cruz de la Sierra: Genera más de 1.826 toneladas diarias de residuos llevado al botadero de Normandía, que ha sido objeto de múltiples denuncias por contaminación de aguas subterráneas y malos olores. La expansión urbana ha cercado al botadero, generando conflictos con vecinos y poniendo en duda su sostenibilidad (El Deber, 2025).
- La Paz: El botadero de Alpacoma colapsó en enero de 2019 tras un deslizamiento que liberó aproximadamente 15.000 toneladas de residuos y lixiviados, afectando a barrios vecinos y provocando alerta sanitaria (Ministerio de Salud y Deportes, 2019). Aunque se habilitó temporalmente un sitio alternativo, su operación no solucionó la emergencia estructural. En abril de 2025, un nuevo desplazamiento dañó las instalaciones y redujo la capacidad de recolección al 60–70 % (García, 2025). En La Paz se recolectan cerca de 700 toneladas de basura por día (dato estimado de 257 110 t/año en 2023 (Datápolis, 2024). Más del 75 % de ese material es potencialmente aprovechable (77 % a nivel nacional según diagnósticos oficiales) , aunque la recuperación formal alcanza apenas el 12 %, según registros locales anteriores (El Diario, 2019).
De acuerdo con el INE, y tomando como referencia los datos brindados por las entidades municipales de aseo de las ciudades capitales junto con El Alto, en el año 2023 se registró la recolección de un total de 1.659.461 toneladas de residuos sólidos (Datápolis, 2024).

Impactos alarmantes y multidimensionales
La contaminación de suelos y aguas por lixiviados provenientes de botaderos no controlados representa una amenaza significativa para la calidad de los recursos hídricos, fundamentales para la salud de las comunidades. Según la FAO, los lixiviados contienen compuestos químicos tóxicos que pueden infiltrarse en el suelo y contaminar acuíferos subterráneos, afectando la disponibilidad de agua potable. Además, el PNUMA resalta que la gestión inadecuada de residuos sólidos contribuye a la contaminación del suelo, el aire y el agua, incrementando riesgos ambientales y para la salud pública a nivel global. Estas problemáticas subrayan la urgencia de fortalecer los sistemas de gestión integral de residuos para proteger los recursos naturales y la salud humana. Estas problemáticas subrayan la urgencia de fortalecer los sistemas de gestión integral de residuos para proteger los recursos naturales y la salud humana. La quema informal de basura en zonas periurbanas emite dioxinas, partículas finas y gases tóxicos que deterioran la calidad del aire, aumentan las enfermedades respiratorias y contribuyen al cambio climático.
Además, las condiciones propicias para la proliferación de vectores como mosquitos y roedores incrementan la incidencia de enfermedades como el dengue y la leptospirosis, cuyo aumento ha sido documentado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2025). Por otro lado, En Bolivia se estima que unas 15.000 personas se dedican al reciclaje informal, en su mayoría mujeres, muchas de ellas adultas mayores. Estas trabajadoras operan sin reconocimiento oficial ni acceso a servicios básicos o protección social, lo que las expone a condiciones de vulnerabilidad y exclusión (iresiduo, 2020).
Causas estructurales
Las causas de esta crisis son estructurales. La cobertura de recolección es limitada y faltan plantas de tratamiento y separación en origen, tal como reconoce la Ley N.º 755 de Gestión Integral de Residuos y su Reglamento Supremo . La implementación está obstaculizada por la fragmentación administrativa entre niveles de gobierno y falta de recursos, pese a la asignación de funciones concurrentes . Además, el crecimiento de residuos no ha sido acompañado por inversión pública en infraestructura adecuada . También persisten prácticas sociales de bajo impacto ambiental, lo cual evidencia la fragilidad de la educación ambiental y la participación comunitaria previstas por la normativa.

Iniciativas de esperanza
A pesar del panorama sombrío, existen iniciativas locales y cooperativas que ofrecen modelos viables y sostenibles:
- La Paz Recicla, impulsado por Cooperazione Internazionale (COOPI) y la cooperación italiana, ha promovido la economía circular mediante campañas de sensibilización, inclusión de recicladores y una planta piloto para la transformación energética de residuos (COOPI, 2023).
- HELVETAS Bolivia, a través del proyecto “Basura 0” busca fortalecer la gestión de residuos en los municipios de La Paz, Tarija, Uriondo, San Lorenzo y la Mancomunidad del Chaco Cruceño, promoviendo el aprovechamiento, el reciclaje inclusivo, la participación del sector privado y una disposición final adecuada (HELVETAS Bolivia, 2025).
- Swisscontact Bolivia, mediante el proyecto Mercados para el Reciclaje, ha contribuido al fortalecimiento de cadenas de valor de residuos reciclables (papel, cartón, plásticos), integrando a recicladores informales y generando alianzas entre municipios y empresas privadas (Swisscontact, 2025).
- El proyecto ProUrbano, apoyado por la Cooperación Alemana al Desarrollo (GIZ), busca mejorar la planificación urbana sostenible y la gestión de residuos en áreas metropolitanas de Bolivia, incluyendo La Paz y Santa Cruz, entre 2024 y 2028 (GIZ, 2025).
Hacia un modelo sostenible
Frente a esta realidad, es urgente avanzar hacia un modelo integral y participativo que reconozca la basura no como un desecho final, sino como un recurso dentro de un sistema de economía circular. Esto requiere inversión estratégica en infraestructura moderna, implementación de políticas inclusivas para recicladores, fortalecimiento de la educación ambiental y promoción de cambios culturales profundos sobre los patrones de consumo y producción.
Resolver la crisis de los residuos en Bolivia es un desafío complejo que demanda voluntad política, coordinación interinstitucional y, sobre todo, el compromiso de la sociedad civil. La crisis de la basura en Bolivia es un reflejo de una relación desigual y conflictiva con el medio ambiente, que impacta directamente en la salud, la justicia social y el bienestar de las futuras generaciones. Enfrentar este problema no solo es necesario, sino también un acto de responsabilidad ética y política que implica repensar los modelos de desarrollo para garantizar un futuro sostenible y justo.
Ing. Fabiola Azcuña Castro
Redactora de contenido especializada
Bajo Mi Sombrero Verde